lunes, 15 de mayo de 2023

Conociéndome

 

No lo conocía de nada, tuvimos una discusión de ésas que no acaban en nada (echo de menos cuando al menos podías sacudir a tu rival sin denuncias de por medio) y de pronto me dijo:

—Lo que pasa es que eres un amargado, tío.

Aquello me tocó el alma, era la primera persona que realmente me comprendía… ¡un desconocido!

Le invité a una cerveza.

 



 

El muy subnormal no la aceptó.





martes, 18 de abril de 2023

miércoles, 15 de marzo de 2023

Mi amigo catalán

 

Mi amigo catalán no es del Español, sino del Espanyol, pero es que él es catalán de apellidos y habla en catalán y supongo que escribe en catalán. No es del Espanyol porque le guste el fútbol. Ni siquiera porque le guste el Espanyol, sino que lo es por no ser como la mayoría que ha ensuciado todo con la política y el fútbol. Está también hasta los huevos de la política y del fútbol y de que sobre todo el segundo condicione la vida de sus paisanos.

Mi amigo catalán es catalán, acude a las calçotadas, cena en masías, tiene un acento cerrado y una mirada limpia. Y tenemos tantos puntos en común que es el único tío al que puedo llamar amigo. También es cierto que lo hago porque nos vemos como mucho una vez al año y no nos cansamos de ello. Y no paramos de charlar de todo, cosa que hoy en día me resulta verdaderamente difícil con el resto de las personas, sobre todo de sexo masculino (si es que todavía existen los sexos que ya hace unas leyes que me he perdido).

Mi amigo catalán tenía la intención de poner en su casa una bandera española en los tiempos jodidos, no porque se sienta español, que creo que un poco sí (ahí sí que nos diferenciamos, aunque es una cuestión de sentimientos y yo sólo me siento gallego vale que tampoco me importa mucho que desde fuera se me considere otras cosas, es lógico). Curiosamente fui yo el que le insistió en que no se metiera en líos. Él me dijo que quería poner la bandera española sólo por romper con lo establecido, porque quiere ser libre y se lo impiden. Y lo veo lícito. Pero en un lugar donde impera la dictadura cobarde más que en otros, donde se camina sobrepasando tan solo un poquito el límite de la ley para poderse defender de manera sibilina, en un lugar donde reina una ambigüedad exponencial, puede ser peligroso mostrarse tan de cara. Pueden aparecer unas pintadas en su casa, pueden amenazar a sus hijas y tiene muchas posibilidades de que nadie lo defienda, lo cual es todavía mucho peor, porque lo deja desprotegido salvo que se tome la justicia por su mano, en cuyo caso se metería en un lío más gordo. Además, no tiene ese punto de rabia que tenemos otros y que es necesario para, llegado el momento, estallar. O quizá lo tenga más allá de mis conocimientos. Pero no, él es un buen tipo. Es hasta educado.

Mi amigo catalán flipa cuando viene a mi tierra, se fija en todo, es como si cambiase de planeta. Yo no sé si exagera pero, por ejemplo, si yo dejo pasar a una persona mayor o tengo un mínimo de educación con alguien, me dice que si eso mismo lo hiciera en Barcelona me llamarían facha o me mirarían mal. Yo eso no lo sé, o igual está un poco sacado de contexto, pero resulta curioso de una persona tan extremadamente educada como él y como otras personas que he tenido la suerte de conocer de Cataluña. Es como si les hubieran hurtado su sitio en el mundo.

Mi amigo catalán vivía en Barcelona. Ahora dice que sólo baja allí un par de veces al año si tiene alguna gestión profesional. Se ha ido a vivir a uno de los pueblos “bien” de los alrededores de la capital, una ciudad pequeña donde vive la gente “bien”. Quiere educar a sus hijas en un lugar seguro. Yo no podría vivir sin el mar, pero él dice que en Barcelona no se puede ir tranquilo a la playa ni pasear tranquilo. Hasta lleva los seguros del coche puestos por si le vienen a robar mientras espera en un semáforo. De todas maneras no tiene problema con el mar, tiene una casita en la Costa Brava justo encima del agua.

Mi amigo catalán es de allí en esencia, pero no sabe a qué agarrarse porque ve todo en su tierra como una trampa. Y yo, que voy de vez en cuando por allí, estoy de acuerdo con él. Y él lo sabe, y yo lo sé, y seguimos siendo amigos, porque él es ante todo mi amigo y el resto es una característica, no una etiqueta de calidad, que es lo que nos quieren hacer creer.




lunes, 2 de enero de 2023

Ángeles


 

Hoy se fue un ángel (diciembre de 2021)

Mamá se fue atiborrada de medicamentos, sedada por dos de sus hijos porque el Sistema cerraba en fin de semana. Ese Sistema nauseabundo que nos mata mientras se lo agradecemos. Ese Sistema que tardó varios meses en hacerle las pruebas para ajustar esos medicamentos que te vacían la cabeza de cabello y te matan para renacerte. Jugaron al escondite con su enfermedad, el trato fue infrahumano y los fallos se sucedieron uno tras otro. Por eso, mis prejuicios cuando enfermó fueron tan clarividentes, concretos y acertados como lo suelen ser todos aquellos que se basan en la experiencia propia.

Luego están las palabras, ésas que dicen que nuestro sistema sanitario es el mejor del mundo, desmontadas por la realidad. Ya lo supimos durante la pandemia, tanto blableo cutre y asqueroso de que el sistema español era de los mejores del mundo y fue bajando en el ranking hasta el vigésimo puesto o más allá.

La mierda de funcionarios sin vocación, con sus contadas excepciones, hicieron que mamá tuviera que acudir a cinco hospitales diferentes, con médicos que le preguntaban qué padecía (incluso teniendo su historial a golpe de tecla) y unos con sus teorías y otros con las contrarias, mientras el personal de ámbito inferior, con contadas excepciones, la trataban como un número salvo las veces que yo la acompañaba con mi ceño fruncido. De esta manera la pincharon como a un toro en una plaza porque no se atrevían a meterle el medicamento por una vía, le hicieron volver desde su casa a quitarse de nuevo sangre porque se habían olvidado de poner su etiqueta en los tubos, la mandaron a un hospital cuando tenía que ir a otro o la hicieron esperar catorce horas para preguntarle qué le tenían que hacer (algo muy simple de cinco minutos).

Tal pánico les cogió a los médicos, ella que estaba hecha de hierro, que cuando le tocaba acudir al hospital temblaba como una hoja en noviembre.

Por eso y por muchas otras cosas, se me hincha la vena cuando veo a los sanitarios detrás de una pancarta exigiendo una dignidad que ellos no saben repartir. O cuando los veo charlando a risotadas o a grito pelado de su fin de semana mientras los pacientes intentan descansar, o por eso me jode que trasladen a un enfermo mientras están wasapeando. O que les den a los pacientes una pera tan dura que rompería mis dientes con la justificación de que le están dando un postre. Eso sí que es falta de dignidad, porque si protestas te dicen que eso es cosa de cocina, que mandes una instancia o una reclamación, pero por supuesto, que protestes. Puta mierda. Cuando me encaré con los sanitarios, y no les quedó más remedio que darme la razón —no por mi actitud, sino por los hechos—, no tardaron ni dos segundos en echar la culpa al Sistema. Pero si tú eres parte del sistema, cabrón. Que no permitirías que le pasase a tu madre lo que hacéis con la mía.

Cuando conseguí, a golpe de demanda, que le hicieran las pruebas a mamá, su diagnóstico es que se habían perdido cinco meses claves en su recuperación, que ya estaba todo perdido, que sólo quedaba esperar.

Y tocó esperar. Por eso, mamá nos dejó en 2022, pero realmente nos dejó un año antes. Y ese año entre ambas fechas consistió en un vía crucis de tortura, droga, armas blancas y golfos.

Pero sobre todo: impotencia.

Esta entrada (dura para mí y para mi madre, no para ellos) se la dedico al sector sanitario, lleno de gente sin escrúpulos que tanto reclaman derechos y pasan de sus deberes, que tan héroes se creen.

Y a su puta madre.

Y lógicamente dejo fuera de esta dedicatoria a las personas que lo son, independientemente de su profesión. He conocido también a gente delicada que paga con quienes tiene que pagar sus carencias, de las que mi madre no tenía ninguna culpa.

Por cierto, tantos meses de hospital y de quejas me han enseñado que muchos sanitarios están hasta los cojones de los otros y de ese espíritu funcionarial tan de moda en todos los sectores y tan carente de vocación en un mundo donde el valor es el dinero y nunca la persona.




Hoy se fue un ángel (diciembre de 2022)

 Hoy se fue un ángel intentando cargar con una mochila tan llena que tuvo que quedarse en tierra, repartida en pensamientos y sentimientos. El ángel, incluso antes de serlo, asexuado y por ende sin problemas, huyó a las dos y pico de la mañana, cuando el reloj y la guadaña le confesaron que había llegado su hora. Desapareció liberado, con ese rictus de esfuerzo en su expresión, con un gesto que le llevaba acompañando meses y más meses, pero a su vez con esa calma en su espíritu verbal que nos tranquilizaba a sus seres queridos, como buena jefa de la manada, aunque fuese con un hilillo de voz.

Nos hizo saber que su partida estaba cerca, justo al final de su vida, donde su mundo terminaba en horizonte y ya atisbaba su cascada a un infinito desconocido que ella llamaba Cielo.

Mamá no fue perfecta. Su dulzura, clase, saber estar y cultura se fueron cuarteando como su piel, con el paso de los años y de las circunstancias. Nada tiene que ver mamá de mi niñez con mamá de los últimos años. Su vida fue tan dura como para intentarla sostener con tres vidas y fracasar en el intento. En su camino pasó por situaciones que ni de lejos sabemos atisbar en nuestra generación de privilegio, porque pensamos que el hambre es apetito, no esa sensación de angustia que te haría hasta matar. Tuvo que soportar durante años a un tipo al que admiraba y que no dejaba de ningunearla como si fuese más que ella, pobre imbécil cabrón y estirado que me llenó de genes de los que no soy capaz de desprenderme, produciéndome asco a mí mismo en algunas ocasiones.

Mamá vivió, para su época, una historia que no le deseo a nadie, con unos focos que la alumbraron siendo campeona de España en su deporte y trabajando en Europa en la etapa más feliz de su vida y, mientras ambas etapas la llenaron de satisfacción, los focos se apagaron un día para siempre, sumiéndola en la sombra de una sombra. Trajo al mundo a tres cachorros por los que se dejó la vida y la salud cuando el macho de la casa huyó durante una temporada demasiado larga. Y los cachorros no ayudamos porque ella no lo permitió y porque no estuvimos a la altura. Y porque como cachorros inmaduros que éramos, nuestro egoísmo no tenía límites.

El macho un día volvió y ella, con su estúpida bondad, lo acogió. En ese punto fuimos desfilando cobardemente, aunque yo siempre me excusé en que ella así lo quiso.

El tiempo cambió su sonrisa perenne por una línea horizontal que apenas enseñaba una dentadura perfecta. También ayudó a ello que nos tocase la cara B de la lotería con un trágico suceso tras el que ninguno de nosotros volvió a ser el que fue, hasta el punto en que me echo tanto de menos que a veces me llego a odiar.

Con el tiempo superé la barrera de distancia que nos separaba y le ayudé en lo que pude. Pero el muro más difícil estaba por saltar: reconciliarla con la vida. Creo que en cierto modo lo conseguí, pues en los últimos dos años la vi sonreír alguna vez y quiero pensar que hasta tuvo algún momento de disfrute.

Mamá siempre quiso una familia que no tuvo. Alguien se encargó de destruirla con sus obscenos actos contra natura. Tan es así que, sin ella, no existía la familia. En los peores tiempos, y os aseguro que fueron horribles, siempre sacaba una excusa para cualquier celebración. Y mis únicas participaciones familiares sólo existen cuando ella está en la foto. El resto simplemente fueron acontecimientos ceremoniosos que me pasaban de soslayo. Quizá por eso soy un gato.

Superando mis modos ariscos, tomé prestado el valor que utilizo para otros asuntos y me aferré a la única esperanza que me quedaba. Logré con ello que mamá se fuese acompañada de los suyos, de los pocos que quedamos, rodeada en un hogar de la gente que la quiso de verdad y que, por mierdas de la vida, nos alejamos de nosotros mismos.

Mi madre no era perfecta, pero intentó serlo de una manera coherente. Y tengo dos cosas claras, la primera es muy fácil de decir: si todos fuesen como ella no habría injusticias en el mundo. La segunda es todavía más fácil, y la digo con la boca grande: no la cambiaría por ninguna otra.

 



sábado, 20 de agosto de 2022

Verdades inmutables VI

 No sólo has sido lo peor que ha pasado por mi vida. También has sido lo mejor.